Que a cualquier profesional le otorgue la opinión publica la consideración debida, naturalmente le agrada y agradece que se la manifiesten. A las enfermeras y enfermeros españoles, que desde siempre nos hemos distinguido por la calidad de la función específica de nuestro trabajo, el Cuidado de los pacientes (reconocimiento que ha trascendido hasta los demás países de países de la U.E.), nos ha sorprendido que ahora, durante el azote de la COVID-19, por el trabajo que realizamos, se nos califique de héroes y heroínas.
Los enfermeros y enfermeras no somos héroes ni heroínas. Ni lo hemos sido antes ni lo queremos ser ahora. Si bien nos sentimos muy honrados con las muestras públicas de afecto y agradecimiento que estamos recibiendo a diario, tanto en los medios de comunicación, como en redes sociales, o todas las tardes a las 8.
Pero, ¡No somos héroes! Somos profesionales que se sienten perjudicados por la gestión que se viene haciendo de la crisis. No somos heroínas por el trabajo que hacemos, es nuestra obligación, no lo llevamos a la práctica de forma altruista, recibimos una remuneración económica por ello, y lo ejecutamos de forma incansable y abnegadamente, cumpliendo con nuestras obligaciones con profesionalidad y siendo conscientes de que las personas a las que cuidamos atraviesan momentos difíciles y delicados, en los que con frecuencia la gravedad puede llegar a poner en peligro su propia vida.
Así lo estamos haciendo en las actuales circunstancias sanitarias, como también lo hicimos en la lucha del sida, ébola, gripe A o virus del Zika. Siempre hemos estado en la primera línea del sistema sanitario, como pieza fundamental que somos para su funcionamiento. Tampoco somos profesionales lastimeros ni retestinados, sino todo lo contrario, profesionales que en circunstancias difíciles y traumáticas sabemos adaptarnos y gestionar de manera adecuada las adversidades a fin de superarlas y poder continuar con nuestra vida; es lo que se conoce como profesionales resilientes.
¡No queremos ser héroes! Queremos seguir siendo sanitarios responsables que damos lo mejor de nosotros en todo momento, por complicados estos sean. No llevamos traje especial ni máscara, como los héroes al uso; llevamos, por desgracia, muchas veces trajes inadecuados por la falta de equipos de protección individual (EPIs), y en lugar de mascara, unas mascarillas, a veces inservibles o caducadas, y que a veces no podemos desechar cuando corresponde y nos ha tocado lavarlas y/o esterilizarlas para seguir usándolas. Queremos Cuidar de los pacientes atendiendo siempre a nuestro Código Ético, con la máxima diligencia y reconociendo sus derechos como personas, y sintiendo dolor y rabia cuando las circunstancias impiden que así sea.
¡No queremos ser héroes! No queremos usar bolsas de basura para protegernos, depender de la generosidad y solidaridad de empresas para disponer de pantallas de protección, ni tampoco recurrir a nuestro pecunio para adquirir mascarillas a unos precios abusivos. Solo queremos disponer de los medios de protección necesarios, adecuados y obligatorios para preservar nuestra salud, la de nuestras familias y la de los pacientes, siendo las administraciones sanitarias las obligadas a tal menester. Queremos dejar de “mendigar” el tener acceso a la realización de cuantos test sean necesarios para tener información y conocimiento real de la situación y así poder identificar a aquellos sanitarios que debamos proteger.
El desabastecimiento inicial se puede entender, pero no compartir, que haya cogido desprevenido a quien corresponda. Pero a estas alturas de la pandemia ya no tiene justificación no preservar la salud de los profesionales sanitarios de manera contundente y de forma efectiva, es una injusticia y una inequidad lo que recibimos a cambio de lo que damos.
Somos profesionales a los que nos indigna haber llegado a ser record del mundo en sanitarios infectados, en estos momentos nos estamos acercando al 20%, frente al 10% de Italia, el 3,8 de China o el 3% de EEUU. Somos profesionales a los que nos preocupa la improvisación en la toma de decisiones, la falta de claridad, cuando no opacidad, en la información, las verdades a medias, la tergiversación interesada y la poca trasparencia en las cifras y datos, así como la descoordinación en la logística de esta crisis sanitaria y la falta de uniformidad en las decisiones.
Solo espero que cuando esto pase y volvamos a la normalidad, el Gobierno tenga gestos que puedan “compensar”, o mejor dicho, de agradecimiento al esfuerzo realizado y al riesgo asumido, sin olvidar las secuelas, muchas de ellas, de por vida, y sobre todo las perdidas humanas habidas. Sin embargo, mucho me temo que ni nos han reconocido antes, a la historia me remito, ni nos van a reconocer después.
Las enfermeras y enfermeros, los mismos que ahora somos héroes para la sociedad y merecemos todo tipo de elogios por parte del Gobierno, seguiremos siendo, por culpa de nuestros responsables políticos, el colectivo sanitario que solo recibe palabras de aliento en actos y discursos, palabras bonitas, políticamente correctas pero vacías de contenido ya que a la hora de la verdad no se traducen en hechos concretos. Continuaremos sin que se nos tenga en cuenta para el diseño de las políticas de salud y las correspondientes estrategias sanitarias de futuro, y ello a pesar de lo mucho que podemos y aportamos a la salud del propio sistema sanitario.
No obstante, para quienes tilden de pesimista esta reflexión, el tiempo quitará o dará la razón. A mi me gustaría que me la quitara. Cuando esta pandemia pase, y pasará con la ayuda de todos, veremos las verdaderas caras de los que ahora se sienten orgullosos de sus sanitarios, los cuales, insisto, no son ni héroes ni heroínas.
Jose Antonio Ávila
Enfermero de Atención Primaria
Secretario General del CECOVA